sábado, 12 de octubre de 2013

Lo propio. Primer día.

Noche diferente. Han sido cuatro días sin entrar en casa, cuatro días llenos de música, de luces, de chocolate, llenos de gente... Cuatro días que se terminan con demasiado ruido distinguiendo el silencio de cerca. Parecen no acabar nunca, quieren parecer eternos, inmortales pero sin embargo, buscan  desesperadamente el fin entre la multitud.


Y ahí está ella, cansada pero contenta, no sabe muy bien por qué, o quizás no quiera saberlo. Mira el trasluz de su pelo intentando evitar mechones revueltos, no es que quiera estar perfecta, pero le gusta sentirse bien, poder sonreír sin complejo y mirar segura a la verdad. No lleva puesta su camiseta preferida, no espera ver a nadie pero no le importaría porque, aún así se siente guapa, se siente especial.



Más lejos hay alguien, nadie importante. Ella le ve. Él no se da cuenta. Se para el mundo, se acelera su corazón. No se atreve a decir nada, no está segura. Tirita el silencio en su garganta, traga saliva y mira hacia otro lugar.



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