La chica solitaria camina buscando una huida fácil, un no-pensamiento capaz de devolverle la sonrisa rutinaria e incierta con la que paseaba ayer mismo.
El no parar de la ciudad le vuelve loca, loca de arrepentimiento de haber nacido. De haber sentido todo aquello que una tarde aburrida, alguien le alegró con besos de pasión y caricias en la espalda. No esta cansada, pero se sienta frente a la fuente más grande que ha podido encontrar en la excéntrica ciudad en la que vive. Se coloca sus gafas de sol, unas RayBan modelo aviador que no dejan ver sus ojos, sus ojos que comienzan a borrarse con la lluvia que cae de su lagrimal. Nadie sabe lo que puede estar ocurriendo tras los espejos que le cubren y nadie es capaz de sospechar que aquella tarde aburrida, se convirtió en llantos semanas después, se convirtió en barriga con sus escasos 15 años.
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